domingo, 26 de septiembre de 2010

Infinitos puntos

Cuando Cristobal Colón llego a América, el carbon foot print (huella de carbono) sólo era potencialidad en el horizonte de sucesos.
No hubiera importado que el planeta fuera así de gordo o de pequeño como es ahora, por lo menos a efectos de combustible. Aquellos vientos siguen brotando aún, del mismo sitio y con la misma vitalidad, llenando el depósito de las velas durante muchas semanas, sin más coste que el que uno quiera imaginar (económico, moral, material..).
La única contaminación posible era la del desgaste de la tripulación de un barco que no cumple la ISO9000 y se reiría de todas y cada una de las normativas internacionales de navegación y seguridad..
Los viajeros de aquellos 200 o 300 años, por lo menos, duquesas, buscavidas, piratas y capitanes, médicos, curas, perdedores, caballos, ovejas, toros y patatas, maíz, oro, plata, esclavos..Todos vivieron, murieron, amaron y mataron, odiaron, temieron, sufrieron y soñaron sobre y bajos las maderas bamboleantes asidas al viento y empujadas en el tiempo..
Mañana (¿hora local o destino?) vuelo a Europa desde América. No me dá tiempo a sudar la camiseta. Literalmente.
¿Quién pinta las lineas rojas sobre los mapas en las películas de viajeros aventureros?
El viaje se ha reducido al destino, a un punto.
¿Cómo puede ser, si el profesor decía que la linea es una sucesión infinita de puntos?
Si Newton viajara en avión, Einstein sería el piloto.
Y si vuelas junto a un asiento vacío, la conversación será la de la ventanilla, mientras cruzas el mundo.
Me pregunto cual es el precio real que estoy pagando..
Y de esta duda tengo total certeza.

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