jueves, 24 de junio de 2010

24 horas

El autobus se detuvo en mitad de la noche y la luz me despertó. Sólo atiné a ver a 2 hombres a lo largo del pasillo. Automáticamente deslicé la tarjeta y parte del dinero en la funda del asiento de enfrente.
Sucede en el Perú que roban los autobuses desde dentro, a lo troyano.
En las compañias más agringadas, antes de partir, pasa un tipo diciéndote que mires a la videocámara.
Sensación de seguridad, higiene, eficacia, modernidad, derechos del consumidor, ecología.. Todas las paranoias del pimer mundo llegan de rebote a latinoaméica en su versión más superficial, fraudulenta e hipócrita. Dos extremos de una misma ilusión, carentes ambos de consciencia.
Falsa alarma. Uno de los hombres, el conductor, trata de explicar a los pasajeros que la luz del baño (completamente inundado en pis a estas alturas del viaje) se enciende automáicamente al echar el cerrojo interior. El viaje dura 24 horas.
Recojo de nuevo mis pertenencias del asiento de enfrente, reacomodo la bola de ropa entre la cabeza y el cristal e intento concentrarme en como la respiración pasa por las fosas nasales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario